Palabras con fondo
Recuerdo un libro de cuentos infantiles que tenía de pequeña en una repisa al lado de mi cama. Eran cuentos muy cortos, de una o dos páginas. Y eran muchos cuentos.
Había uno de un domador de fieras que tenía dolor de muelas. Otro que hablaba del peso de las lágrimas, decía que aunque fuesen idénticas pesaban más las de una persona que tuviese un problema grave que las de alguien que llorase por un capricho.
Con las palabras pasa algo parecido. Aunque sean idénticas no pesan igual.
Un “te quiero” puede ser muy vacío y ligero. Y otro puede ser denso, contundente, y pesado.
[¿Cuántas veces te dije que te quiero, amor mío? (Miles)].
Te quiero.
No se acabó aquí, seguiré escribiendo cuando vuelva a tener internet en casa. Ahora solamente tengo el móvil.
Y no. No estoy con nadie.
Y es cierto.
Te quiero.
Y si no ssbes que es a ti y no te das cuenta tú no tiene mucho sentido.
Y si te das cuenta ya sabes porqué.
Te quiero.
Aunque no parece que te importe. Ni siquiera sé si estás ahí, y además lo último que te oí decirme hace muchos años por teléfono no fue precisamente alentador.
Pero quizás has descubierto o recordado cosas, y puede que ya te hayas dado cuenta que te engañaron.
Igual lo que te pasa es que simplemente no te atreves porque no sabes que te diría yo si me llamases.
¿No lo sabes?
Relee.